Dicen los alpinistas, incluso los más veteranos y experimentados, que la montaña puede ser traicionera, uno nunca sabe que puede encontrarse, ahí en las alturas, entre las nieves, los vientos entre las grietas y el interminable silencio solo interrumpido de vez en cuando por algún animal o fenómeno natural.
A los peligros que siempre se encuentran en las montañas, hay que agregar la distancia que separa a buena parte de los destinos para alpinismo, del resto de la humanidad y la civilización. Una vez que un grupo de escaladores decide emprender su travesía hacia la montaña, el mundo como lo conocemos se queda atrás, todo se reduce a un enfrentamiento entre la riesgosa cumbre y la capacidad humana para alcanzarla y de paso, sobrevivir.